¿Cómo podemos evaluar la autenticidad de la información que encontramos online? ¿Y cómo podemos transmitirles este aprendizaje a nuestros hijos e hijas adolescentes? Las ideas que se describen a continuación se centran en el análisis crítico de contenidos, que consiste en evaluar la veracidad y la validez del contenido multimedia que consumimos. Las habilidades necesarias para el análisis crítico de contenidos son más importantes que nunca. Existe un gran flujo de información en internet y, si no se emplean herramientas de evaluación crítica, es fácil que tal cantidad de datos te resulte abrumadora, confusa o engañosa. Cualquier persona puede publicar lo que quiera online en cualquier momento. En función de dónde encuentre tu hijo(a) adolescente la información, es posible que las restricciones y los controles de calidad sean escasos para los resultados de los navegadores web o feeds de los medios sociales. Como personas responsables, es de vital importancia que mantengamos un pensamiento crítico para poder evaluar la validez del contenido que consumimos, sobre todo si queremos compartirlo con los demás. A continuación mostramos algunas estrategias que tanto tú como tu hijo(a) adolescente podéis utilizar para evaluar el contenido y las afirmaciones que publica la gente online.
Si encuentras una historia difícil de creer, consulta un sitio web de verificación de información. Hay muchos sitios web que se centran en verificar historias online, exponer bulos e investigar los orígenes y la autenticidad de las afirmaciones. No son siempre infalibles, pero es un buen punto de partida, ya que no suelen tardar en actualizar la información sobre las nuevas afirmaciones que se publican online. Los mejores sitios web hacen un gran trabajo de investigación y suelen estar en lo cierto. Consultar uno o más de uno puede ser rápido y sencillo a la hora de determinar si una historia o hecho publicado online es cierto, o como mínimo, descubrir cualquier discrepancia evidente.
También es importante que conozcas la diferencia entre informar y opinar cuando evalúes contenido online. “Informar” requiere exponer los hechos tal y como han ocurrido, de forma objetiva y sin comentarios adicionales. Por otro lado, “opinar” implica analizar y aportar una valoración personal en el momento de presentar los hechos. No hay nada de malo en opinar, ya que las opiniones de los demás pueden ayudarnos a entender el contexto de algo e información compleja. Lo importante es ser capaz de identificarlas. Puedes analizar junto a tu hijo(a) adolescente la información y autoridad de alguien que haya dado su opinión para determinar si es fiable. ¿Cuáles son sus antecedentes en cuanto a la veracidad de su información? ¿Hay evidencia de que se haya equivocado en el pasado? ¿Cómo respondió si fuera el caso? ¿Qué gana o pierde la persona o fuente con lo que está publicando?
Sé consciente de que todos tendemos a dar más credibilidad a unas cosas que a otras, aunque no nos demos cuenta. A esto también se le conoce como el “sesgo cognitivo”. Estudios en psicología han demostrado que la gente está más predispuesta a creer la primera fuente de información que encuentra relacionada con un tema en particular. Por este motivo, es difícil hacernos cambiar de opinión con nueva información. También solemos darle más valor a las fuentes que coinciden con nuestras creencias o las reafirman. Como consecuencia, solemos dejar de buscar evidencias que contradigan la información si creemos que es veraz. Un proceso de investigación exhaustivo no consiste solo en buscar evidencias que corroboren la información, sino también en buscar otras que puedan contradecirla.
Incluso si actúas como es debido y siempre buscas información adicional sobre temas que te interesan, puedes ser víctima de otro sesgo cognitivo muy común: el exceso de información. Hay un límite en la cantidad de información que podemos procesar, de modo que sobrecargar nuestra mente puede provocar lo contrario a lo que buscamos. Es decir, solemos tener problemas para analizarla toda exhaustivamente y decantarnos por una postura. Por ejemplo, si empleas mucho tiempo leyendo opiniones en Amazon sobre televisiones, es posible que nunca hagas clic en el botón para comprar. Es habitual escuchar a alguna gente decir eso de “yo ya no sé en qué creer”. Cuando esto suceda, anima a tu hijo(a) adolescente a desconectar y retomar el tema cuando tenga la cabeza despejada.
Hay demasiada información online para consumir, analizar y asimilar. Sin embargo, aceptar las afirmaciones de los demás al pie de la letra puede causar problemas y ser potencialmente peligroso. Para vivir en un mundo impulsado por internet, es necesario que nos tomemos nuestro tiempo a la hora de considerar todas las afirmaciones. Habrá un momento en el que tengamos que elegir a quién y en qué creer en función de toda la información disponible. Estos consejos os permitirán tanto a ti como a tu hijo(a) adolescente aprender a juzgar el contenido y tomar una decisión informada.