En el contexto de la crianza en un mundo digital, una de las preguntas que más se plantean los padres es cuánto tiempo deberían pasar los niños y las niñas según su edad delante de la pantalla. Esta pregunta parte de la idea de que los menores deberían tener límites saludables a la hora de usar las tecnologías. Esto se aplica a cualquier actividad que pueda interferir en otras ocupaciones importantes de su vida. Sin embargo, utilizar el reloj como medio para imponer límites podría no ser la mejor manera de criar a niños y niñas con buenos hábitos digitales.
Imponerles la cantidad de tiempo máxima que pueden pasar delante de la pantalla plantea varios desafíos. En primer lugar, los estudios de los que se extraen este tipo de recomendaciones se basan en un consumo pasivo de televisión y se llevaron a cabo mucho antes de que existiera internet. Ver la televisión es una actividad muy diferente a todos los tipos de actividades digitales que pueden realizar los niños y las niñas hoy en día. Sin embargo, el mayor problema de los límites de tiempo para moderar el uso de la tecnología es que crea la percepción de que todas las actividades digitales tienen el mismo valor. Nada más lejos de la realidad. Comparemos dos actividades digitales distintas: una videollamada con los abuelos y un juego de azar repetitivo. Las dos actividades se llevan a cabo en un dispositivo y con una pantalla, pero su valor es muy diferente. Cuando moderamos el empleo de dispositivos por tiempo, enseñamos a los jóvenes a concebir la tecnología como algo binario (a veces tienen permiso para usarla y a veces no) y a dar el mismo valor a todas las actividades digitales. De este modo eliminamos la necesidad de desarrollar la capacidad fundamental de reconocer qué actividades digitales tienen mucho más valor y, por lo tanto, merecen que les dediquemos más tiempo.
Pero, si dejamos de usar los límites de tiempo como herramienta para moderar el uso de la tecnología en nuestra familia, ¿cómo podemos llevar un mejor control de su uso? En lugar de imponer límites de tiempo estrictos, podemos enseñarles a buscar el equilibrio, igual que solemos hacer en el mundo físico. Solemos enseñarles que las personas sanas saben equilibrar el tiempo que pasan con amigos, con familiares y consigo mismas. Saben que es importante buscar el equilibrar entre el ejercicio y el descanso. Reservan tiempo para sus obligaciones y para ser responsables, pero también para la diversión y para pasarlo bien.
El valor de la mayoría de las actividades se basa en la relación proporcional con respecto a otras. Hacer ejercicio es algo bueno, a menos que ocupe el tiempo que debería dedicarse a hacer los deberes o pasar tiempo con la familia y los amigos. Descansar es bueno, pero dormir más de la cuenta con frecuencia disminuye la productividad y deteriora la salud mental. Es bueno tener imaginación, pero en determinadas situaciones se considera mentir.
Este equilibrio tampoco tiene que ser el mismo todos los días. Si tienes un proyecto de ciencias importante para mañana, no sería equilibrado pasarse el día montando en bici. Tampoco sería apropiado pasar el día de antes de un recital de violín leyendo en lugar de ensayando, pero la lectura puede ser una elección estupenda para otro día. Como padres y madres, tenemos que prestar atención a los elementos del mundo físico que nos indican que no es el momento para determinadas actividades. Encontrar el equilibrio en el mundo virtual es igual de importante. Tenemos que ser igual de persistentes a la hora de ayudar a nuestros hijos e hijas a encontrar ese equilibrio en el mundo digital que en otras dimensiones de su vida. Los siguientes tres principios pueden ayudarte a lograrlo.
Enseñar a nuestros hijos e hijas a encontrar un equilibrio los prepara para el éxito en el futuro. Lo ideal es que aprendan a reconocer cuándo es momento de pasar a otra actividad, no porque se les acabe el tiempo, sino porque quieran mantener el equilibrio.