Justin W. Patchin y Sameer Hinduja
¿Cómo evaluamos la autenticidad de la información que se presenta online? Y ¿cómo les enseñamos a los adolescentes a hacer lo mismo? Las ideas que se desarrollan a continuación se basan en el concepto de alfabetización mediática: nuestra capacidad para evaluar la veracidad y la validez de los medios que consumimos. Hoy en día, las habilidades de alfabetización mediática son más importantes que nunca. Existe un gran caudal de información en internet y, sin herramientas de evaluación crítica, es muy fácil sentirse abrumado, confundido o engañado. Cualquier persona puede publicar prácticamente cualquier contenido en internet en cualquier momento. Según el sitio donde tu hijo(a) obtenga esa información, pueden existir pocas restricciones o controles de calidad sobre el contenido que aparece en nuestros navegadores web o feeds de medios sociales. Como ciudadanos responsables, tenemos la obligación de aplicar nuestro pensamiento crítico y habilidades analíticas para evaluar la validez del contenido que consumimos, en especial si queremos compartirlo con otras personas. A continuación, se presentan algunas estrategias que tú y tu hijo(a) pueden usar para evaluar el contenido y las afirmaciones que ven en internet.
Si te encuentras con una historia que es difícil de creer, consulta un sitio web de verificación de datos. Hay muchos sitios que se dedican exclusivamente a verificar las historias online, mostrar los fraudes e investigar el origen y la autenticidad de las afirmaciones. Estos sitios no son infalibles, pero son un buen punto de partida, ya que suelen actualizar rápidamente los datos sobre las afirmaciones que comienzan a circular en internet. Los mejores sitios muestran cómo llegan a sus conclusiones, y casi nunca se equivocan. Consultar uno o más de estos sitios puede ser una forma rápida y fácil de determinar si un hecho o una historia que se comparte online es verdadero o, al menos, de saber si existen algunas diferencias evidentes.
Al evaluar contenido online, también es importante distinguir entre informes y editoriales. En los informes, se describen los hechos de forma objetiva, sin comentarios adicionales. En cambio, en los editoriales, se agregan análisis y opiniones a la presentación de los hechos. Esto no tiene nada de malo, ya que nos puede ayudar a comprender mejor el contexto y la información complicada. Pero es algo que debemos saber reconocer. Juntos, tú y tu hijo(a) pueden analizar la información y el prestigio de la persona que realiza el editorial para decidir qué parte creer. ¿Cuán confiable es esa persona? ¿La evidencia la desmintió en otras oportunidades? En ese caso, ¿cómo respondió? ¿Qué tiene para ganar o perder esa persona o esa fuente al decir lo que dice?
Todos estamos sujetos a fuertes inclinaciones (a menudo, ocultas) para creer determinadas cosas por sobre otras. Esto se conoce como sesgo cognitivo. Las investigaciones psicológicas demuestran, por ejemplo, que las personas suelen creer los primeros datos que leen sobre un tema determinado. Esto hace que sea más difícil cambiar de opinión al encontrarnos con información nueva. También solemos otorgar más valor a las fuentes que se alinean con nuestras creencias o las reafirman. Como consecuencia, a menudo dejamos de buscar pruebas una vez que encontramos el contenido que consideramos que es verdadero. Un proceso de investigación exhaustiva implica buscar pruebas que respalden nuestra opinión y, además, estar atentos a las pruebas que indiquen lo contrario.
Es posible que incluso una persona que usa los medios sociales de forma bien intencionada y que siempre busca información adicional sobre un tema de interés caiga en otro sesgo cognitivo común: la sobrecarga de información. Nuestros cerebros solo pueden procesar determinada cantidad de datos y, si los sobrecargamos, el resultado podría ser opuesto al que deseamos. Concretamente, como nos cuesta tanto revisar todos esos datos, no podemos tomar una decisión. Por ejemplo, si pasas demasiado tiempo leyendo críticas de televisores en Amazon, tal vez nunca hagas clic en el botón "Comprar ahora". Muchas personas reflexivas terminan diciendo: "Ya no sé qué creer". En esos momentos, dile a tu hijo(a) que se tome un descanso y retome la pregunta más adelante, con la mente despejada.
Consejos para evaluar el contenido online
En internet, hay mucha información disponible para consumir, analizar y utilizar. Aceptar afirmaciones sin antes analizarlas puede suponer un problema y, posiblemente, un peligro. Vivimos en un mundo dominado por internet; por lo tanto, es fundamental tomarse un tiempo para analizar cuidadosamente todo lo que se afirma. En algún punto, tenemos que tomar una decisión respecto de qué creemos y a quiénes les creemos en función de toda la información disponible. Con estos consejos, tú y tu hijo(a) pueden poner en práctica su mejor criterio y tomar decisiones bien fundamentadas.